Alguna vez os habéis visto practicando algún hechizo “confundus” al que te apunta con el dedo , o “alojomora” por no encontrar las llaves, yo sí. Pero el que más he usado ha sido ¡Fregotego! Sí, ese que hace que todo se friegue solito.
A estas alturas creo que ya lo habéis adivinado, soy fan de Harry Potter, de sus libros, aunque primero lo fui de sus películas.
¿En qué momento empezamos a pensar que la magia no existe? Creo que todos sabéis la respuesta. Pero aquí estoy yo, con 35 años pensando en que sí existe. Mi chico a veces me mira como si estuviera loca. Yo siempre le digo que la magia es la energía que irradiamos, la que irradian las cosas, con la que vibramos, con la que vemos el día de color de rosa. Esa que hace que un día gris sea el mejor de todos. La que hace que esta Semana Santa, a pesar de no haber salido a ningún lugar exótico, haya sido la mujer más feliz del mundo.
El miércoles por la noche, después de un día agotador, cogí mi libro de Las reliquias de la muerte, (que estoy releyendo) y tardé en abrirlo un momento...me detuve a pensar en mi hijo el mayor “Ya no me hace máquinas con sus piezas de construcciones”, “Ya no viene a mi cama por las mañanas y se mete conmigo a intentar dormir”, qué digo dormir, ¡a despertarme!, dando vueltas y mas vueltas. Ahora viene a informarme de que se va a ver la tele, esa caja que se llena de alienígenas, evoluciones y transformaciones que no hay quién comprenda y que sin embargo él se las sabe de memoria. “Se le está acabando su magia” – pensé. Y sin darme cuenta se escapó una lágrima... Me costó empezar a leer.
A la mañana siguiente se acercó a mi cama y me dijo, “Mamá, me voy a ver la tele” yo entre sueños le di permiso ( o eso creo recordar). De repente, me acordé de la noche anterior, todos mis pensamientos se volvieron a amontonar en mi cabeza, pero en esta ocasión no me puse melancólica, la energía de un nuevo día me hizo verlo desde otra perspectiva, y decidí enseñarle magia.
La magia, amigos, la tenemos siempre a nuestro alcance. En el aroma del café al despertar, en una sonrisa, en la lluvia...si en la lluvia, os habéis fijado en lo que verdea el campo cuando llueve. Me fascinan esos momentos, abrir la ventana y dejar que el aire acaricie mi cara y el olor se grabe en mi memoria.
La magia, está en el cantar de los pájaros. Este invierno, descubrí la magia del silencio, del silencio en la nevada mañana, cuando las pisadas se escuchan y los pájaros empiezan a dar la bienvenida al sol. En primavera, dan la bienvenida a sus retoños, todos los días de la misma manera alegre, y si prestas atención se escuchan su diferentes voces o cantos.
La magia, en el roce de la mano de tu pareja, esa persona que comparte contigo todos los momentos de tu cotidiana vida y que sólo en ciertos momentos te das cuenta de porque te enamoraste de ella, en ese momento saltan chispas, ¿no las habéis visto? En las manos de nuestro retoño, regordetas y suaves, que te necesitan para cruzar la calle, o sólo para sentirse mas cerca de ti.
La magia está en nosotros, en cómo queramos ver el mundo.
Así que todo esto y muchas cosas más, intenté enseñarle a mi príncipe, como le gusta que le llame. Paseamos, corrimos, jugamos, aprendimos a montar en bici, cocinamos juntos muchas veces, vimos películas tirados en el sofá, e hicimos fotos cada uno con su cámara. En sus momentos mágicos hizo miles de comecocos para sus amigos, de muchos colores. Recogimos flores para Luisa, que hoy es su cumpleaños. Y nos reímos, nos reímos muchísimo.
Marta, sí soy feliz, muy feliz, pienso igual que tú. Una de las cosas que más me gusta después de vivírlo, es contarlo, recordarlo, es como si el momento lo alargara aún más. Y ahora que todavía está en el colegio, estoy deseando que llegue, y me cuente que tal ha ido su día y qué ha tenido su día de mágico. Eva lo que mas me gusta es la magia.